sábado, 25 de octubre de 2014

Quién le pone el cascabel al bono salarial


Reapertura de paritarias, ocupar toda fábrica que cierre
Se acerca fin de año y ha recrudecido la insatisfacción salarial. La magnitud de la inflación, que ya supera el 40% en un año, tritura salarios, jubilaciones y planes sociales. Los salarios de quienes tuvieron paritarias cayeron al menos un 12% en términos reales, ni qué decir de los precarizados. El impuesto a las ganancias absorbió, para muchos trabajadores, “entre un aguinaldo y un aguinaldo y medio” (Clarín, 21/10). Por ese motivo, volvieron a parar los bancarios este miércoles. Si no hay un proceso huelguístico extendido, ello no sólo se debe al parate productivo, sino principalmente al trabajo de contención de la burocracia sindical.
 En este cuadro, se ha instalado el debate sobre un bono (pago especial) de fin de año. Por un lado, la UIA admitió la posibilidad de su pago, claro está, “de acuerdo con las posibilidades de cada empresa”. El gobierno, por su parte, afirma que no es necesario porque el salario se ha “revalorizado”. Compara el promedio de paritarias con los guarismos del “nuevo” (y tan fraudulento como siempre) Indec. El mismo gobierno que niega un bono salarial para todos los trabajadores, prepara bonos atados al dólar a favor de las cerealeras y otros especuladores, con el propósito de que éstos ofrezcan algo de los dólares que tienen acumulados. 
 El bono que todos quieren y nadie tiene
 Por el lado de las filas sindicales, Yasky, el más oficialista de todos, pero también Caló, se subieron al carro del bono. En la misma línea está la CGT moyanista. Es claro que este reclamo de “bono por única vez” es un operativo preventivo contra la gran cuestión que plantea la carestía: la necesidad de reabrir las paritarias para rediscutir los salarios 2014. La burguesía ha quedado escaldada por los saqueos y levantamientos policiales de fines del año pasado. Este año, la situación social es objetivamente más grave. En Buenos Aires, Scioli adelanta la discusión de las paritarias 2015 -que es lo contrario a reabrir paritarias-, mientras raspa el fondo de la olla para otorgar alguna migaja en las fiestas. Para la burocracia, el bono sería también una coartada para descomprimir las futuras paritarias y plantear aspiraciones salariales menores.
 Pero, en verdad, la burocracia ni siquiera está empeñada… en el propio bono, al menos como conquista de conjunto. Por ejemplo, la UOM de Caló ya aclaró que “no se negociará con las cámaras empresarias, sino empresa por empresa” (Clarín, 21/10). A su turno, Batallón 601 Martínez deslizó que “lo negociará con los empresarios de la construcción, sin hacerlo público” (Ambito, 21/10). La burocracia no se aparta un milímetro del libreto de la Unión Industrial, que admite el bono, no ya como negociación por gremio, sino incluso por empresa. El propio gobierno no rechaza esta vía, la de un bonus por empresa, “bajo cuerda”, el que no será homologado por el Ministerio de Trabajo. Hasta esta “preocupación” de la burocracia por el “pago de fin de año” es un fraude, porque deja a los trabajadores de cada fábrica o repartición librados a su suerte. No hay el menor atisbo de una lucha de conjunto, siquiera por el bono. 
 Unidad sindical 
 De Caló a Moyano, la coincidencia en reclamar el bono ha sido presentada como parte de las tratativas entre las burocracias oficialistas y opositoras en torno de una CGT unificada. El contenido de esta unidad es claro: por un lado, asegurar una sucesión presidencial sin los “tropiezos” de la convulsión social. Por el otro, ofrecer ese papel de contención al futuro gobierno, trátese de Scioli, Massa o Binner. Pero estas movidas de unidad revelan movimientos políticos más amplios, que involucran a los propios partidos a los que los burócratas, de una u otra manera, ligan su destino. Las condiciones convulsivas que planteará el arreglo con los buitres, acompañado de una nueva devaluación, tarifazos y ajustes, no sólo reclamarán el concurso de los burócratas: podrían obligar a recurrir en 2015 al gobierno o gabinete de coalición que Macri o Scioli insinúan para después de las elecciones. 
 Moyano ha sido muy claro al afirmar, en declaraciones radiales, que “acá asumirá un nuevo gobierno, tendrá que aplicar medidas muy duras de ajuste y el movimiento obrero tiene que estar unido para acompañar”. Del otro lado, es conocida la promesa de Macri a los burócratas, de “ayudarlos a enfrentar a los troskos”. La capacidad de controlar al movimiento obrero -y, principalmente, de contrarrestar al clasismo- está presente en los debates de la burguesía y también en las movidas de Gerardo Martínez y Moyano en torno de la unificación. En lo inmediato, el gran “aporte” lo están haciendo Moyano y Barrionuevo, que han liquidado todo plan de lucha tras el paro de agosto, contribuyendo a aislar las presentes luchas. Por ejemplo, Cresta Roja, Cargill, Valeo o los gremios cordobeses que plantean la reapertura de paritarias, al igual que ATE y la flamante CTA combativa de Mendoza. 
El rumbo político del movimiento obrero 
 La vinculación entre las reivindicaciones obreras, los sindicatos y la transición política demuestra que el movimiento obrero combativo y los luchadores no pueden escindir sus reclamos de una deliberación y una conclusión política de fondo, para que la clase obrera sea un factor activo y conciente en el desenlace de esta crisis. Esta es la cuestión que abordaremos ampliamente en el Congreso del movimiento obrero y la izquierda, el próximo 8 de noviembre en el Luna Park.  
El planteo de paro activo de 36 horas y plan de lucha por la reapertura de paritarias, por un aumento de emergencia de 3.000 pesos y bono o doble aguinaldo para todos los trabajadores y jubilados; ningún despido y anulación de ganancias en los salarios, se inscribe en esta lucha política. Reforcemos la campaña por estos objetivos

Nestor Pitrola

martes, 14 de octubre de 2014

EX DONNELLEY


Se pararon el cierre y los despidos, la lucha sigue

El oficialismo, incluida la burocracia gráfica, presenta lo que llama el "caso Donnelley" como ejemplo de una gesta patriótica contra Griesa y los buitres. La Afip denunció enseguida la quiebra como sospechosa y el Inaes (el instituto que regula las cooperativas) aprobó la constitución de Madygraf en un tiempo inhabitual.

La demagogia oficial, sin embargo, no pasó de allí, esto porque las opciones ofrecidas a los trabajadores fueron el ingreso de un nuevo inversor (que no fue descartada del todo) o la formación de una "cooperativa" sin respaldo económico, mientras continúa el trámite de la quiebra, más o menos en los moldes que han seguido otras plantas quebradas.

El bloque kirchnerista de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, presidido por "Chino" Navarro (quien visitó la planta junto a los diputados del PTS, exclusivamente), adelantó su predisposición a tratar un proyecto de expropiación, pero sólo "con cargo oneroso". Los obreros deberían destinar sus créditos laborales a la compra de la empresa y generar un plan de negocios "viable".


Una nueva etapa

Como ocurre con los fondos bancarios de la ex Donnelley, los ingresos generados por la gestión obrera han quedado hasta ahora entrampados en el trámite de la quiebra, en tanto no exista una nueva razón social. Fue necesaria una movilización para arrancar el pago de 4.000 pesos a cuenta, por los trabajos realizados este último mes.

El impedimento para hacer efectiva la facturación queda resuelto con la matrícula del Inaes, ya que la ley de quiebras habilita la continuidad provisoria con la sola inscripción. El Juez Santichia ha concedido la locación a Madygraf a cambio del pago de un canon.

Un triunfo contra el bloque que se alineó en defensa de la quiebra: la cámara gráfica, un sector de empleados y jerárquicos, e incluso el juez y la sindicatura, quienes expresaron desde un principio una postura reacia a la continuidad, lo que hubiera implicado una cesantía masiva. La habilitación de la gestión de la cooperativa, con todos sus límites, significa una victoria contra los despidos masivos. Desde 2002, todas las votaciones legislativas de la izquierda, pero en especial las de nuestro partido, a favor de estas salidas precarias, respondían a la necesidad de derrotar los despidos masivos - una condición, por otra parte, para mantener la lucha por objetivos superiores.


Estatización y control obrero

Como lo dice un comunicado de los compañeros de, ahora, Madygraf: "Estas conquistas son pequeños pasos hacia nuestro objetivo: la expropiación y la estatización bajo gestión obrera de la planta. A pesar de que el gobierno dice que nuestra producción no puede ser un servicio público, planteamos que podemos poner la fábrica al servicio de la comunidad. Podemos hacer que a ningún niño le falte un cuaderno ni un manual para ir a la escuela. Ya resolvimos en asamblea general destinar parte de nuestra producción para imprimir 10.000 cuadernos para las escuelas del Suteba Tigre y que los chicos tengan sus herramientas para estudiar. También firmamos un convenio con la Facultad de Humanidades de Rosario para hacer sus cuadernillos en nuestra planta. Estas conquistas son pequeños pasos hacia nuestro objetivo: la expropiación y la estatización bajo gestión obrera de la planta".

La resolución del juez, que habilita la continuidad, obliga a los trabajadores a abonar, además de un canon locativo, contratar seguros, afrontar servicios y habilitaciones. Para cumplir con el fallo, "Madygraf se verá obligada a asumir todos los pagos, liberando a la quiebra de todo reclamo que pudieren efectuar sus asociados, el personal contratado o terceros" (Infobae, 6/10). La pelea sigue entonces en su estadio inicial, incluso después de los reconcimientos obtenidos.


Quién paga la reconversión

Alejada la posibilidad de un desalojo, la salida cooperativa enfrenta un horizonte marcado por dificultades conocidas, en especial la falta de capital de giro y la incertidumbre de una quiebra que prosigue, pero además el sabotaje de los grupos capitalistas de la industria y una caída de la actividad económica. Incluso el gobierno intentará aprovechar estas dificultades para extorsionar a la cooperativa con planteos de orden político. La Naranja Gráfica ha apoyado la lucha de Donnelley en cada fase (esta semana aportamos 12.000 pesos a su fondo de huelga).

La Naranja Gráfica ha sido, asimismo, la única organización que desde el principio ha denunciado el operativo del gobierno y el ongarismo. Cuando la Federación Gráfica Bonaerense abandonó un coqueteo inicial con el conflicto y no participó de las movilizaciones para luego -en un acto deleznable- quitarles la obra social a los trabajadores, varias voces críticas desde Donnelley insistieron en reclamar el plenario de delegados.

Delimitándonos de cualquier línea que ponga esta lucha en función de objetivos faccionales, impulsamos la formación de una comisión obrera amplia, en primer lugar con delegados de todas las tendencias del sindicato gráfico, que acompañe a los compañeros de Donnelley con una campaña por la expropiación sin pago, la gestión bajo control obrero y la garantía estatal de puestos, salarios y condiciones de trabajo.

Reclamamos un inmediato plenario de delegados para unir a esta orientación una campaña en todo el gremio contra todo despido y suspensión, por el reparto de las horas sin afectar el salario y por la reapertura de paritarias - un compromiso que fue firmado pero no se cumple.

Miguel Bravetti