El ajuste de la escala acordado en la “paritaria” de noviembre del año pasado, se reveló muy rápido como una nueva estafa del ongarismo. Además del insignificante 12 por ciento conseguido, el acta firmada contenía - tal como lo advertimos en el anterior boletín naranja – una cláusula de absorción. Es decir que los 75 pesos promedio (categoría 6) que cobramos en octubre, noviembre y diciembre fueron descontados a partir de enero de los 100 pesos dispuesto por el gobierno. Luego de haber acompañado durante una década el congelamiento menemista, hoy el sindicato gráfico sigue al pie de la letra la “política salarial” fijada por las cámaras empresarias y el gobierno. Veamos. En 2001 el básico mensual para la categoría 6 del sector obra estaba en 341 pesos y hoy está en 705 pesos. Si le restamos los 350 pesos correspondientes a los aumentos decretados por Duhalde y Kirchner, resulta que lo “conquistado” por el sindicato en las distintas “paritarias” es…. 14 pesos. Mientras la canasta familiar ronda los 1700 pesos y la actividad editorial (es decir las ganancias empresarias) crece a un ritmo cercano al 30 por ciento, la escala gráfica no llega a los 1000 pesos para la máxima categoría. Un oficio tan calificado como el de impresor, por ejemplo, requiere de muchos años de práctica, probablemente más que para conducir un tren o atender una línea telefónica. ¿Entonces porque un conductor de subte gana más de 2300 pesos (por 6 horas de trabajo) y un operador telefónico 1600 pesos? La respuesta es simple: porque los trabajadores del subte, igual que los telefónicos, no aceptaron sueldos de miseria y fueron a la huelga general, ganaron las calles, ocuparon edificios y cortaron vías, poniendo a sus cuerpos de delegados y asambleas generales frente del reclamo. El triunfo de estos conflictos no es resultado del mayor “peso social” que tienen las empresas de comunicaciones o de transporte como ridículamente se escuchó decir a algunos dirigentes gráficos. El “peso social” de los medios gráficos puede ser incluso mayor, pero el problema no radica allí, sino en la existencia de una dirección dispuesta a llevar adelante las reivindicaciones. Las luchas de Metrovías y FOETRA – que han hecho saltar los topes salariales diseñados por el gobierno y han puesto a la CGT y a la UIA a tramar un pacto que impida “nuevos desbordes” – enseñan que es posible arrancar verdaderos aumentos a condición de tener delegados y comisiones internas que sean canales de la combatividad de las bases.