lunes, 5 de agosto de 2013

Impresores SA:


Una respuesta de lucha extraordinaria
Pese al frío intenso de la madrugada del jueves en los portones de la planta de Impresores se sentía calor; en parte por el fuego de las cubiertas y en parte por la tensión que recorría al núcleo de delegados y activistas que desde muy temprano arrancaron con el primer piquete.
Las asambleas de los tres turnos habían votado el día anterior comenzar un paro con permanencia en la puerta para rechazar el despido de Diego Miranda, uno de los más firmes defensores de la organización interna. Era la mayor prueba de fuerza desde la asunción de la nueva dirección clasista apenas cinco meses atrás.
Durante este tiempo la empresa echó mano a todos sus recursos para quebrar el proceso de reorganización del taller: despidos, “premios” selectivos, una negativa cerrada a todos los reclamos y un hostigamiento sistemático a los delegados.
Pero contra las previsiones de la patronal la unidad en torno a la interna se fortaleció día a día; el acampe de veinticuatro horas realizado hace unas semanas demostró un alto compromiso de los trabajadores. Probablemente esta constatación precipitó la medida del despido.  
Para una patronal acostumbrada a imponer su disciplina de este modo (hubo más de cincuenta despidos en el último año y medio) el cálculo era simple: con la indemnización sobre la mesa, incluso con algún puntito más, cualquier acción de resistencia real quedaba anulada; esa fue la norma hasta ahora. Pero el rechazo inmediato de Diego a la indemnización y su reclamo irrenunciable del puesto de trabajo fue el punto de apoyo para la huelga.
Una huelga-piquete
Un antecedente que pesa sobre el taller fue un paro realizado hace unos años, bajo dirección de la Verde, que terminó en una estrepitosa derrota y con la perdida de premios y horas; aquella medida fue quebrada por la acción de un grupo de carneros. De aquí la conclusión del activismo de que la huelga debía ser afuera de la planta y bajo la forma de un piquete, que es como efectivamente se hizo.
El piquete, que fue masivo desde la llegada del turno mañana (reforzado por delegaciones de otras empresas del parque como Kromberg) se mantuvo durante dieciocho horas; en esto la conducta enérgica, combativa, ejemplar,  del activismo y en especial de los siete delegados de la interna fue determinante.
Aunque la función del piquete era solo disuasoria y enfocada al personal de planta, el sector de logística encuadrado en camioneros se plegó activamente y los administrativos resolvieron no ingresar. Hay que admitir que la escena era un tanto intimidante.
La patronal, sorprendida por los acontecimientos, busco romper la unanimidad de la huelga apelando a la justicia. Como no podía ser de otro modo la fiscalía citó a la interna para intimarla a levantar el bloqueo sin escuchar ningún otro argumento y envió a la policía para custodiar el ingreso de un grupo que supuestamente había reclamado garantías. Pero la presión del centenar de compañeros que cerraban el acceso era tan grande que los supuestos “interesados” rechazaron la propuesta del cordón policial y decidieron esperar el resultado de la audiencia en el Ministerio de Trabajo convocada para esas horas.
La misma Subsecretaría de Trabajo que se lavó las manos durante meses desoyendo todas las denuncias anteriores de los trabajadores se apresuró a dictar de oficio la conciliación obligatoria que solo fue aceptada con el compañero en su puesto y sin sanciones de ninguna naturaleza para nadie. La empresa adelantó que acataría la resolución pero ratificó su voluntad de volver a despedirlo al acabo de la conciliación. 
Con este resultado la asamblea votó levantar la medida pero retomarla instantáneamente si al día siguiente la patronal obstaculizaba el ingreso de Diego a su turno de trabajo, que por estas horas cumple sus funciones habituales. Apenas hubo un intento de modificarle el turno, rechazado por la interna, que no prosperó.
El sindicato y la Naranja
El sindicato consideró que la medida “era una locura” aunque acompañó el trámite administrativo. Solo apareció para la asamblea final en la que se empeñó en resaltar los límites de la conciliación y la fortaleza de la patronal.
La Naranja por su parte contribuyó a orientar el conflicto y acompañó el piquete físicamente desde el primer momento (Néstor Pitrola tuvo incluso una comunicación con el ministro de trabajo de la provincia).
En nuestro balance – así lo señalamos en la asamblea - este resultado, aunque provisorio, constituye un inmenso paso adelante: destruye el mito de que no se puede luchar contra los despidos, refuerza la autoridad de la interna y moraliza al activismo. La condición para que este avance se consolide pasa por redoblar la movilización del taller. Ya se discute una movilización el día de la próxima audiencia, un festival y otras iniciativas que deben ampliar la base de sustentación de la comisión interna.
La patronal, golpeada, hará más de lo que hizo para recomponer su dominación del taller; ya empezó a desparramar rumores sobre represalias económicas; veremos…
 Lo que hoy tenemos es una situación muy favorable para quebrar la política antisindical de una de las empresas más poderosas de la industria gráfica.
Miguel Bravetti

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