Tras 164 días de lucha, 82 de ocupación y 82 de acampe, los trabajadores de Artes Gráficas Rioplatense (AGR-Clarín) resolvimos concluir el acampe, fase final de una lucha histórica que comenzó con la ocupación de la planta. Un grupo de trabajadores continuará el reclamo judicial contra los despidos precarizadores del grupo Clarín. Se agotaron hasta el máximo de las posibilidades los objetivos de continuidad laboral, enfrentando la asociación directa de la patronal y el Estado, y el tenaz aislamiento a que sometió la lucha el conjunto de la burocracia sindical y los medios de comunicación alineados con Clarín, sin distinción ideológica.
La ocupación y la lucha en su conjunto se inscriben en las grandes gestas del gremio, como Fabril, Abril, Atlántida, La Razón, Tiempo Argentino, Interpack (que ocupó por el salario) y del conjunto del movimiento obrero.
La ocupación fue el punto fuerte de un despliegue: los piquetes de fábrica, la campaña de boicot a las publicaciones para que no se impriman y después para que no se compren, la producción de la Viva bajo control obrero, las jornadas nacionales de piquetes, el abrazo a Clarín, por el cual el diario no llegó a la mayoría del país. Las medidas golpearon duramente a un grupo empresario que se pretendía inmune y “refrescaron” ante millones de trabajadores los mejores métodos de lucha de la clase obrera, que harán falta para enfrentar el ajuste en curso. Si el cierre de AGR representa la punta de un iceberg de un ajuste que hoy se replica en Pepsico y centenares de fábricas, la ocupación de la planta mostró que si un puñado de cientos de obreros enfrentaron y golpearon a la empresa más poderosa del país, con apoyo explícito del Estado, qué no podría hacer toda la clase obrera de pie.
El cierre fue contra un colectivo obrero, que organizado con la Naranja Gráfica había recuperado decenas de conquistas y que con esa unidad dio un combate ejemplar. Pero los ataques a los puestos y condiciones de trabajo no se reducen a las fábricas organizadas con direcciones clasistas ni ocurren sólo con gobiernos de derecha. En AGR conocimos, en 2004, la militarización de la planta y despidos masivos cuando la interna era conducida por la Lista Verde y gobernaba Néstor Kirchner. Un balance de todo el proceso de AGR es fundamental para sacar conclusiones que sirvan al conjunto de la clase obrera.
Macri, Bullrich, Triaca, Clarín, un solo corazón
Al segundo día de ocupación, enfrentamos una represión ilegal que no logró sacarnos de la planta. Combatimos políticamente los intentos de desalojo y el permanente espionaje del Proyecto X, ahora de Bullrich, durante 82 días, hasta que un brutal operativo con armas de fuego logró el desalojo.
Triaca fue en todo momento el aliado de Clarín. Nunca convocó a las partes, no dictó conciliación, ni exigió recurso de crisis, simplemente se alineó con Magnetto, como un brazo de la patronal. Al contrario, ficcionó reuniones con el solo objetivo de despejar alguna arteria ocupada por los trabajadores en lucha.
Luego de la represión, las mujeres de nuestras familias formaron una comisión para sumar su apoyo organizadamente. En el marco del Ni Una Menos se plasmó otra escala de organización fabril, la de las compañeras, que se sumaron a la lucha dándole una fuerza enorme. La organización obrera había cimentado esta posibilidad desde hace años, pronunciándose en repetidas ocasiones por los derechos de la mujer.
El bloqueo de los grandes medios fue clarificador, abarcó tanto a las patronales progubernamentales como a las “opositoras” de filo kirchnerista. C5N, canal de noticias de Cristóbal López, no envió un móvil en cinco meses de lucha. Al periodista de Canal 26, que sí lo hizo, le levantaron el programa. A la hora de cercar la información sobre la ocupación de una empresa de “medios” quedó al desnudo la única grieta: los trabajadores de un lado y la coalición ajustadora del otro. La solidaridad de los trabajadores de medios garantizó que en los lugares más organizados corriera la noticia que se pretendía tapar, mostrando cómo la libertad de prensa no pasa por la libertad patronal sino por la organización de los trabajadores.
Solidaridad de clase ante la complicidad burocrática
Ante el enorme apoyo obrero y popular desplegamos el método que siempre utilizamos en la planta: el de la deliberación y la democracia sindical con nutridos plenarios obreros. Al apoyo que se daba por abajo se sumó el de los partidos y la izquierda, organizaciones de derechos humanos, abogados militantes, comisiones internas, agrupaciones sindicales y sindicatos combativos como el Sutna, aceiteros y AGD-UBA, que hicieron un enorme esfuerzo para difundir y sostener económicamente nuestro conflicto. Y el gran aporte de 400 artistas convocados por Músicos Organizados y otros sectores. Cabe destacar el enorme despliegue militante del Partido Obrero y del Polo Obrero que garantizaron el apoyo al aguante y la movilización, así como también la comida y la infraestructura hasta el último día. Al margen de militantes de base o algún legislador aislado, el FpV brilló por su ausencia, porque comparte en las provincias y municipios que gobierna el plan de ajuste de Macri y sostiene en los sindicatos la tregua que denunciamos y atacamos.
El conflicto de AGR arrancó un paro en el gremio gráfico que no se convocaba desde hacía 30 años, y otro día una movilización a Plaza de Mayo. Aunque el paro fue decretado con permanencia en los lugares de trabajo (lo que habilitó la presión patronal), la Naranja Gráfica garantizó el acatamiento en decenas de talleres con piquetes, al tiempo que frenó durante meses los trabajos que Clarín imprimía en otros talleres. Sólo Morvillo junto más de 60.000 pesos de fondo de huelga. La lista Verde, en cambio, levantó el paro a las dos horas en Ciccone, estatal, donde más importaba el mensaje a Macri y Triaca. Del mismo modo, tampoco paró la planta de Zepita, donde se imprime el diario Clarín.
El sindicato aportó al fondo de lucha, pero nunca estableció un plan de lucha por AGR ni ninguna medida para que sus trabajos no se hicieran en el gremio. Si los despidos pasan y los conflictos como el de AGR son aislados, es por la política de entrega de la burocracia sindical, expresada al extremo por la CGT y su pasividad ante el ajuste, pero también por quienes se dicen en “la resistencia” y dejan pasar paritarias a la baja.
Algunas conclusiones
Quienes participamos en la lucha de AGR-Clarín llevaremos en nuestro haber una experiencia invaluable para nuestras familias, en trabajos, en el barrio, en los lugares de estudio. Si algo hemos aprendido es a organizarnos junto a nuestros compañeros y dar la pelea, y asociar la lucha sindical a la construcción política de clase.
La toma de AGR se inscribe en un período político de despertar contra la burocracia sindical, que tuvo expresión en la corrida de su propio palco a la CGT. Nuestra lucha servirá como un jalón en la del conjunto de los trabajadores. Para obtener un triunfo definitivo, deberemos unirnos, ya no al nivel de una fábrica, ni un gremio, sino de toda la clase obrera, desterrando a la burocracia sindical, avanzando en la organización con una perspectiva política, con independencia del Estado y las patronales, para luchar por el gobierno de los propios trabajadores.
!Abajo el ajuste y la represión!
Pablo Viñas, secretario general AGR-Clarín
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