Sin lista opositora, las elecciones internas consagraron un nuevo mandato a la lista Naranja por vigésimo año consecutivo.
En las veinte elecciones “corrimos solos” varias veces y también tuvimos que lidiar con algunas oposiciones, directamente ligadas a la directiva del sindicato o más recostadas en la patronal. Todas fracasaron.
El año pasado el triunfo fue ajustado y había razones para creer que esta disputa sería más reñida aún, pero el conflicto reciente cambió nuevamente el escenario.
En condiciones muy difíciles, con una planta muy reducida (producto fundamentalmente de jubilaciones y jubilaciones anticipadas) libramos la lucha más dura de cuantas hemos protagonizado en éstas dos décadas: 63 días de acampe y 32 de ocupación, con movilizaciones, cortes y bloqueos.
El resultado fue una derrota (“atenuada” ya que no logramos reincorporar a los once despedidos, pero la mayoría sigue reclamando su reinstalación por vía judicial) que sin embargo alteró – al menos en lo inmediato – los planes de la patronal para desarticular la organización y “barrer” con el activismo y el convenio.
Luego del conflicto, la empresa trasladó a un sector del plantel “residual” – el menos dispuesto a la lucha, ¡la base de la Verde! – a la planta 2, concentrando al activismo naranja.
La medida solo admite dos lecturas. Una, que está en marcha una reorganización de la producción “en una sola línea”. Sin poder apelar a la polifunción, bajar al mínimo el personal y los stocks, se podrían reducir costos. Esto es lo que sostiene la Gerencia.
La otra alternativa es el cierre más o menos inminente, que no se puede descartar en absoluto.
Desde ya que la situación es incierta y se inscribe además en el derrumbe general de la actividad. En cualquier caso, para acompañar los reclamos de reinstalación, resistir nuevos embates o incluso para
pelear por la reubicación en Interpack 2, la defensa de la interna es un punto de apoyo fundamental.
Por Miguel Bravetti