miércoles, 1 de agosto de 2007

LA OTRA PARITARIA

Pese a la crisis energética la actividad gráfica creció en Junio un 9,8% (La Nación. 21/07). Este crecimiento que se traduce en jugosos beneficios patronales se asienta en la mayor productividad obrera - es decir en la intensificación de la explotación - y en la escala de hambre pactada por el sindicato y la FAIGA. Con el 5% que se agregará en agosto un operario con categoría 6 y, digamos 5 años de antiguedad, apenas superará los 1.700 pesos en bruto. La canasta familiar ronda ya los 2600 pesos. Y esta brecha se agranda día a día con el incremento imparable de los precios. El único precio que está realmente “controlado” es el de la fuerza de trabajo. Con la colaboración de las burocracias de los sindicatos las últimas negociaciones paritarias cerraron con incrementos anuales del orden del 16%, que fue el techo fijado por Kirchner, cuando la suba acumulada en la canasta básica en solo el primer semestre del año es más del 15% por ciento (Consultora SEL). Lejos del 3,3 dibujado por el INDEC. El sindicato gráfico - es noticia vieja – se atuvo fielmente al libreto oficial: cuatro meses – abril, mayo, junio y julio – 15% y los ocho meses restantes 20%, resulta un promedio anual del 16,5%. Y con la cláusula de absorción incluida por si quedara algún margen para descontar. Como es habitual lo hizo además sin la menor consulta a los talleres ni al cuerpo de delegados. LA OTRA PARITARIA Las huelgas de los docentes de varias provincias, de los obreros del neumático de Fate, de los metalúrgicos de Aluar, de las alimenticias Fargo y Terrabussi, el plan de lucha de los químicos de Zarate, del INDEC, de los marítimos de Puerto Deseado y de Mar del Plata, de petroleros del sur, del subterráneo, de los telefónicos y de los gastronómicos son una expresión del estado de “rebelión” que se vive en numerosos gremios contra la postración de las cúpulas sindicales. En esta tendencia se inscribe la huelga indefinida de Interpack que desembocó en la ocupación de la planta por más de una semana y permitió conquistar mínimos al nivel de la canasta y el pase a planta permanente de los compañeros de agencia, entre otras cosas. Morvillo (otro taller “naranja”) arrancó mediante una negociación un nivel similar. Aunque no alcanza ni por las tapas a compensar el esfuerzo obrero el ingreso promedio de estos talleres duplica al de la inmensa mayoría del gremio y da una idea de lo que podría alcanzar el gremio si se unificara detrás de un pliego común. LO QUE VIENE La crisis energética, el derrumbe bursátil y la trepada del dólar preanuncian un período de convulsiones y mayores ataques al movimiento obrero. El pacto social proyectado por Cristina Kirchner, que tan eufóricamente saludaron la UIA y la CGT, es una tentativa de reforzar el virtual congelamiento de los salarios y el edificio de flexibilidad y precarización laboral. Un aspecto central de la nueva etapa del gobierno será “un mayor disciplinamiento del movimiento obrero” (Clarín, 22/Junio); es decir que sus alcahuetes dentro de los sindicatos, los Moyano y Yaski, los Barrionuevo y Ongaro, se empujarán entre ellos para demostrar su capacidad de “poner en caja” las protestas. Las nuevas comisiones internas, los activistas y luchadores que no encuentran en la dirección de la Verde la orientación, ni el impulso ni el apoyo que reclaman deben romper decididamente con la parálisis del sindicato y tomar en sus manos los problemas. Nada vendrá de Abraham y la “troupe” de asesores gremiales que lo secundan. Hay que poner en pie una gran corriente combativa y antiburocrática en torno a la Lista Naranja para luchar por un mínimo equivalente a la canasta familiar ajustado por costo de vida, la actualización de las categorías, la recuperación de la insalubridad en Tintas y la efectivización de los más de 10 mil contratados que hay en el gremio. Para reconstruir nuestro sindicato como una organización de acción, como lo concibieron “un grupo de gráficos hace ya un siglo y medio”.

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