viernes, 24 de junio de 2011
Un balance del conflicto de Donnelley
El 7 de mayo, Día del Gráfico, la empresa despidió a 19 compañeros sin causa. La embestida no fue del todo imprevista, ya que los trabajadores de Donnelley venían desarrollando una serie de acciones en el marco de la paritaria y cabía esperar alguna provocación de la patronal.
El paro de la planta y el corte de la Panamericana, que se mantuvieron por varias horas, forzaron la intervención del ministerio y el dictado de la conciliación obligatoria con los despedidos en sus puestos. Este primer triunfo -transitorio- abrió un periodo de negociación, durante el cual la empresa apostó sus fichas a romper la unidad de los obreros desplegando un juego de presiones y ofrecimientos.
Como contrapeso al chantaje económico al que fueron sometidos los despedidos durante los veinte días de la conciliación, se adoptaron numerosas iniciativas entre las que se destacan el festival en la puerta de la planta (por el que pasaron cerca de 300 asistentes de diversas organizaciones), los piquetes que acompañaron las sucesivas audiencias y una solicitada firmada por gran cantidad de personalidades y dirigentes.
Pese a todo lo hecho, la empresa logró imponer parcialmente su objetivo de quitarse de encima a un núcleo combativo, ya que diez despedidos terminaron aceptando la indemnización (en algunos casos, multiplicada por cuatro); de éstos, la mitad pertenecía al sector de bobinas -que fue el que más impulsó el reclamo salarial.
Desde ya, el tamaño de la cifra indemnizatoria no cambia la conclusión, ya que para el grupo gráfico más poderoso del mundo no deja de ser "un vuelto" -sobre todo por los bajos salarios que paga en la planta de Pacheco.
Los otros nueve compañeros rechazaron el dinero y la empresa se vio obligada a reincorporarlos, lo cual puso un límite a la ofensiva patronal. No obstante, una de las secciones más combativas sufrió cinco bajas.
Un balance "desbalanceado"
La nota sobre el conflicto publicada en la prensa del PTS, titulada "Clasismo gráfico" (LVO Nº 430), sostiene que "cada compañero que quiso quedarse lo logró y los que aceptaron el retiro fue por decisión propia", como si todo fuera un tema de posturas individuales. Ni la decisión de quedarse puede separarse del contexto organizativo de la fábrica ni las desvinculaciones pueden valorarse al margen de las condiciones generales del conflicto.
Se caracteriza el triunfo como revolucionario porque "no hay crisis económica en la Argentina" y los obreros podrían no haber resistido los despidos y buscarse otro trabajo, como si esto fuera tan fácil para cualquier trabajador. Más allá de este disparate político de que un país -Argentina en particular- esté afuera de la bancarrota capitalista mundial, la defensa del colectivo obrero y del activismo es un tema esencial en una organización fabril que pretenda disputar al interior de una fábrica. Ese fue el secreto de trece años de organización clasista en Atlántida, donde se impidió con los métodos de la huelga todo despido; la misma línea que hoy se sigue en Interpack o Morvillo, por mencionar ejemplos del gremio. Luego las relaciones de fuerza dictan la realidad que hay que mirar de frente.
Llama la atención la ausencia de toda referencia al rol del ongarismo en el artículo mencionado y lo mismo en el comunicado de prensa del 9 de junio, votado por la asamblea. Semejante olvido va en la misma dirección que el agradecimiento por el apoyo a la Federación Gráfica Bonaerense expresado en la convocatoria al festival; lo cual no corresponde, porque el sindicato no hizo nada: no convocó al plenario de delegados, no movilizó a nadie, no aportó al fondo de lucha y no difundió la huelga. Esperó su desenlace y seguramente contribuyó a elaborar el listado de despidos, como hace siempre.
La omisión al papel del gremio no contribuye a que el activismo de Donnelley se eleve a una comprensión clasista de la lucha; eso supone una delimitación y una denuncia constante de la burocracia, no su encubrimiento.
La burocracia es responsable de lo que no pudieron hacer los obreros por carecer de los recursos organizativos que están en manos del sindicato. Lo positivo que mostró este conflicto es totalmente mérito del activismo (entre el que contamos a la comisión interna, claro) y el principal dato del balance es precisamente el protagonismo asumido por una joven vanguardia que se está organizando en los talleres de la zona norte.
Miguel Bravetti
Etiquetas:
Donnelly,
Federación Grafica Bonaerense,
Naranja Gráfica
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