El histórico
edificio de Paseo Colón donde alguna vez funcionó la CGT de Los Argentinos,
sede de la Federación Gráfica Bonaerense, fue prácticamente “sitiado” por una estruendosa
movilización de centenares de trabajadores de AGR-Clarín, Morvillo, Donnelley,
World Color, Impresores, Interpack, Balbi, New Press, Cedinsa, Print Pack,
Ipesa y Crónica, convocados por las agrupaciones opositoras.
La columna
poblada de banderas de talleres, bombos y pancartas fue encabezada por un gran cartel
que rezaba: “plan de lucha por el 35% de aumento, abajo el impuesto al salario”;
por este reclamo, además de la exigencia de un plenario de delegados (un
verdadero plenario no se hace desde el año 1.988) y la actualización del
convenio, presentamos a la directiva más de 1.200 firmas recogidas en una
veintena de talleres.
La iniciativa de
la Naranja, que fue acompañada por la Bordó, buscó quebrar la política de
exclusión de todo debate colectivo de que somos objeto desde hace décadas. La
violación de la mentada “organicidad del sindicato” es una responsabilidad de
la conducción que sistemáticamente separa de cualquier reunión a las internas
opositoras y hasta críticas de la línea oficial, para servirse de algunos
delegados como cobertura a sus manejos inconsultos.
Como le
expresamos al secretario de organización que recibió a una delegación de dirigentes de ambas
agrupaciones “el contexto de inflación imparable, tarifazos y devaluación en
curso requiere un plan de lucha de todos los gráficos que pueda romper el techo
reclamado por las cámaras y el gobierno”.
Y en efecto, la
acción desplegada por la Naranja y la Bordó refuta la idea tantas veces
invocada de que la base no respondería a una propuesta de lucha. Lo que falta
es la voluntad política de la directiva de echar mano a los recursos
institucionales y organizativos de que dispone para activar las reservas
combativas del gremio, que son enormes.
Un debate
particular se dio en torno al impuesto a las ganancias. En nuestro último
volante polemizamos con los dichos del secretario adjunto, Amichetti, quién en
Radio Gráfica justificó el impuesto al salario como una forma de “solidaridad
con los trabajadores que no alcanzaron aún un bienestar”. Como si el verdadero propósito
de la confiscación impositiva a los trabajadores no fuera paliar el déficit de
las cuentas públicas que es el resultado entre otras cosas de la catarata de
subsidios a las patronales.
Queriendo
corregirse la Verde publica ahora que está en contra de la aplicación de
Ganancias al salario (aunque insiste en que es para políticas sociales) y que
debe ser sustituida por “impuestos diferenciales a la renta financiera y las
mineras”. Para lograr eso –dice - estaría trabajando “con otros gremios
hermanos en una propuesta seria y responsable”.
Lo de los bancos
y las mineras está muy bien pero así planteado es puro chamuyo de quien busca no
sacar los pies del plato oficialista. El segundo punto de nuestro petitorio exhorta a la dirección
ongarista a pronunciarse contra el impuesto y reclamar a la CGT el cumplimiento
del prometido paro de 36 horas, por esto y por la devolución de las
asignaciones familiares.
La entrevista
culminó con el compromiso, ofrecido por escrito, de parte del secretario de
organización, Mario Abraham, de incluir a la oposición en la próxima
convocatoria al cuerpo de delgados para que podamos desenvolver allí nuestra
posición. Contradictoriamente él mismo informó que se había elevado a la FAIGA,
en unidad con la federación del interior, el pedido de un 30% de aumento.
La incorporación
de un bloque de oposición a un debate más amplio puede ser un paso adelante
pero como se lo hizo notar al propio Abraham el mecanismo que defendemos es
opuesto a una invitación a refrendar un acta ya acordada. Nuestro método es el
plenario de delegados con mandato de taller para votar un pliego y un plan de
lucha que lo impulse; solo así la negociación puede superar la componenda, más
o menos tensa, en los límites de una oficina para apoyarse en la fuerza de la
movilización general y la acción gremial.
Luego de la
entrevista, realizamos un breve acto en el que habló Ayala de la Bordó y Viñas
de La Naranja, que cerró la actividad llamando a redoblar la agitación y el
trabajo de organización en todos los lugares de trabajo.
La marcha
peronista que empezó a sonar desde un parlante asomado a una ventana fue
inmediatamente sobrepasada por un grito que crece entre los gráficos: “Se va a
acabar la burocracia sindical”.
Miguel Bravetti