jueves, 2 de abril de 2015

En gráficos, con mar de fondo


Hace un mes, los trabajadores de WorldColor pararon para asegurarse el cobro de los salarios que la patronal pretendió fraccionar. Ahora no les abonó el adelanto mensual y pone en duda los pagos de marzo; el taller está nuevamente parado.

Hace tiempo que la patronal agita el fantasma de la crisis (impulsó "retiros voluntarios", argumentando que no tiene suficiente caudal de producción) y viene desarrollando una línea de provocaciones para desmoralizar a la base y preparar el terreno para un ataque mayor. En estos días se presentó a convocatoria de acreedores.

Morvillo, la otra planta de QuadGraphics en Argentina, también fue concursada, aunque en un procedimiento administrativo separado.

La convocatoria puede ser utilizada para justificar todo tipo de atropellos a las condiciones de trabajo o algo peor; una versión -aunque desmentida en una nota periodística- sostiene que se prepara el cierre de WorldColor.

Necesitamos una lucha de conjunto

Pero esta amenaza directa sobre los casi 600 puestos de trabajo de Morvillo y WorldColor tiene lugar en un contexto de derrumbe de la actividad gráfica; por estas horas, la patronal de Zanniello también se presentó en convocatoria; los compañeros de Poligráfica del Plata luchan contra el cierre por parte del empresario K, Szpolski; una reciente resolución de la Afip ordena a las dependencias estatales adoptar en breve la facturación electrónica, lo que llevará de cabeza al cierre de infinidad de talleres que "viven" de la impresión de comprobantes.

Está muy claro que no enfrentamos sólo una cuestión de atrasos salariales o despidos puntuales que pueda resolverse con un poco de presión; lo que necesitamos es una gran acción colectiva de todo el gremio.

La responsabilidad del sindicato

La solidaridad empieza por reunir al cuerpo de delegados y comprometerse en que nadie haga los trabajos de WorldColor, por impulsar la ocupación de todo taller que cierre para exigir al Estado que garantice la continuidad (si la salida "cooperativa" siempre fue un fiasco ni qué hablar en el cuadro actual). La respuesta contra los despidos debe sumarse a la defensa del salario, es necesario votar el reclamo del 40% de aumento y la abolición del impuesto al salario. Por último, la movilización por todos los talleres en conflicto: Interpack, Poligráfica, Zanniello y MadyGraf, entre otros.

El paro en gráficos

El paro del 31 fue una oportunidad para ganar las calles por estos reclamos.

La directiva verde -cristinista incondicional- se opuso a la huelga del 31 de marzo, como ocurrió con los paros anteriores. Consideraron que el gobierno es víctima de "intentos destituyentes" similares a "la marcha opositora al gobierno de Dilma Rousseff en Brasil” o a "la burda intentona de Estados Unidos de intervenir en los asuntos internos de la hermana República Bolivariana de Venezuela". En nombre del "proyecto nacional y popular" avalan todas las porquerías del gobierno.

En alguna ocasión polemizamos incluso sobre su justificación del impuesto al salario (que luego debió "acomodar" con un planteo ambiguo sobre la renta financiera). Las miserables escalas del convenio están lejos del mínimo no imponible, pero hay un grupo de talleres que sí son alcanzados por los descuentos. El resto sufre los techos paritarios, el retraso de los últimos acuerdos salariales y, por supuesto, los despidos. O sea, sobran los motivos para parar.

La tapa del boletín de La Naranja, que se está distribuyendo desde hace varias semanas, denuncia la tregua y llama a pasar por encima de la burocracia. El viernes 20 realizamos asambleas simultáneas en nuestros talleres para votar el paro y la exigencia a la directiva de que adhiera el 31 por todos nuestros reclamos. Se votó participar de los piquetes para darle un carácter activo a la medida, delimitándonos de los convocantes. Los talleres que garantizan el paro -Morvillo, AGR, Ipesa, Interpack- fueron a Puente Pueyrredón; los de zona oeste al corte de las avenidas Gaona y Vergara, y  los activistas de la zona norte se sumaron a los cortes de la Panamericana.

MIGUEL BRAVETTI

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