Por Diego Rojas (@zonarojas)
Incidentes en la asamblea gráfica: golpes, patotas y acusaciones cruzadas en una jornada sindical irregular.
Felipe Vallese es un nombre significativo para la historia del sindicalismo argentino. Obrero metalúrgico, fue desaparecido en 1962, cuando tenía 22 años. Su nombre se convirtió en estandarte de lucha y fue homenajeado por la clase trabajadora en innumerables ocasiones. Una calle lleva su nombre. También el salón de actos de la Confederación General de los Trabajadores. Un salón amplio, con un estrado imponente, con capacidad para trescientas personas sentadas y un número similar o superior de pie. El salón Felipe Vallese. Desde ayer tiene butacas rotas, vidrios quebrados y rastros de sangre.
La Asamblea General de la Federación Gráfica Bonaerense fue convocada para el 25 de noviembre a las 14 horas. Una jornada y un horario calurosos. Que adquirirían más calor. La actividad sindical terminó con el salón atravesado por sillas y palos de banderas que volaban, golpes y patadas y algunos heridos leves en un incidente violento entre adherentes a la dirección oficial del sindicato, liderado por la lista Verde, y la oposición, compuesta principalmente por la lista Naranja y Violeta.
“Llegamos puntuales –cuenta Sebastián Rodríguez, secretario general de la comisión interna de Morvillo, una planta gráfica que imprime revistas de primera línea y folletos de a cientos de miles, entre otras cosas–. A pesar de un horario boicoteador de la actividad, porque a esa hora se está laburando todavía o se entra a los talleres, la oposición llevó a 300 trabajadores para que pudiéramos discutir democráticamente la Memoria y Balance del sindicato y que pudiéramos elegir la Junta Electoral que supervisará la elección de abril. La dirección sindical se encargó de impedir todo debate. En el momento en que se iba a votar generaron una trifulca para pudrirla. Se votó el libro de Memoria y Balance en medio de los vidrios rotos y la Junta Electoral por una supuesta aclamación mientras la patota nos atacaba. El veedor del ministerio de Trabajo miraba todo impasible”.
Había habido un incidente previo. Mientras la oposición ingresaba ordenadamente y en filas al salón que ya estaba poblado, un grupo repelió el ingreso a empujones. “Ni bien llegamos nos recibieron con una patota que nos empezó a empujar para que no entremos –continua Rodríguez–. Entramos igual y establecimos un cordón de seguridad para evitar provocaciones”. La jornada veraniega comenzaba a alcanzar su pico de calor. Las camisas de trabajo que distinguen a los gráficos comenzaban a tener manchones oscuros de sudor.
La comisión directiva ya estaba en el escenario. A pesar de que es el secretario general desde 1983, cuando regresó de su exilio, Raimundo Ongaro no estaba presente. En esas elecciones el triunfo sindical fue compartido con Néstor Pitrola, dirigente trotskista de la Naranja, que rompió al poco tiempo y que desde entonces abrevó en la oposición. Ongaro tiene 86 años y un pasado sindicado como combativo. Ya no.
El acto era dirigido por el secretario adjunto Héctor Amichetti y el de organización Mario Abraham. Un delegado gráfico de zona norte de la lista Violeta pidió la palabra y mocionó que la Junta Electoral sea compartida por el oficialismo y las agrupaciones opositoras. “Cuando hablaba bajaban el volumen y tocaban con más fuerza los bombos –relata Rodríguez–. Pedí la palabra para fundamentar nuestra moción y le pedí a la mesa que asegurara el nivel de volumen del micrófono. Fue notable que un grupo grande de jubilados, que conformaba la mayoría de las filas que había llevado la dirección, aplaudiera mi intervención. Terminé y volví hacia donde estaba ubicada la oposición. Entonces se pudrió todo”.
Mientras la dirección mocionaba votar a libro cerrado la Memoria y Balance del sindicato y Pablo Viñas, recién elegido delegado de AGR Clarín, gritaba arriba de una silla: “¡Quiero hablar! ¡Quiero hablar!” repetidamente y sin que la dirección le diera la palabra, un grupo fue al choque violento contra la oposición. La gresca copó el auditorio. Gritos, insultos de uno y otro lado, empujones, piñas, patadas y cabezazos, botellas volando por los aires junto a sillas, palos de banderas y bombos. Todo en medio del calor abrumante y mientras la dirección sindical proponía votar a la Junta Electoral, compuesta sólo por miembros de la Lista Verde, por aclamación. La oposición decidió retirarse del modo más ordenado que pudiera para no incrementar la violencia a la vez que declaró que desconocería el resultado de la irregular asamblea.
Plazademayo.com se comunicó con Mario Abraham, uno de los hombres fuertes del sindicato. “Fue una asamblea general normal del sindicato de la que participaron también las listas de oposición –señala Abraham–. Eran alrededor de 140 compañeros”.
–Eso quiere decir que pudieron contabilizar sus votos.
–No. Lo digo porque conozco el gremio y también por un cálculo de las actas de los asistentes.
–La oposición denuncia que fue una asamblea irregular.
–Todo fue por los carriles normales.
–¿No hubo un choque violento?
–Hubo algunas escaramuzas y empujones, pero logramos encaminar la situación para que se pudiera desarrollar la asamblea con normalidad. Se votó por amplia mayoría el libro de Memoria y Balance y la Junta Electoral. Está todo certificado por el veedor del ministerio.
–¿Cuál fue el resultado de la votación?
–Alrededor de 400 votos a 120.
–¿No se votó a libro cerrado?
–Sí. Se aprobó una moción de orden que fue apoyada por la mayoría para que se votara en general y particular a libro cerrado. Es una posibilidad que está en el estatuto de nuestro gremio. El ministerio validó todo lo actuado.
–¿A qué se debieron los incidentes?
–La oposición creó todo el balurdo. La Naranja lo hizo toda la vida.
–La oposición denuncia que fueron atacados por el oficialismo que no habría querido discutir las pérdidas millonarias en la obra social ni su propuesta de Junta Electoral.
–Son todas mentiras. Las pérdidas son mentiras, es inexacto e infundado, no hay pérdidas. La oposición armó una agresión porque es su método. Son una minoría que fueron a romper, que fueron a hostigar a la conducción.
–Las elecciones están convocadas para abril. ¿Cómo prevé que se desarrollarán?
–La veo perfecta. Vamos a ganar por un ochenta por ciento de los votos.
Pablo Viñas, el reciente delegado de AGR Clarín, la ve distinto: “La presencia masiva de la oposición en las grandes fábricas del gremio forma parte de un proceso más general. Estamos en medio de una transición en el movimiento obrero que empieza a reclamar que haya un sindicalismo de base. Que las paritarias se discutan en asamblea, que los dirigentes de los gremios no cobren sueldos de empresarios, que los sindicatos estén para luchar por los trabajadores. Esto mismo sucede con gran fuerza en el gremio gráfico. Por eso mismo hemos ganado los cuerpos de delegados en muchísimos talleres y dirigimos las grandes plantas gráficas del país.
–¿Qué opinión le merecen los incidentes en la asamblea general?
–La trifulca estuvo claramente armada con la intención de evitar un debate. No nos plegamos a esa provocación. Vamos a desconocer los resultados de la asamblea.
–La asamblea contó con un veedor del ministerio de Trabajo.
–Es el mismo inspector que en la última asamblea de 2008 estaba comiendo masitas con el abogado del sindicato gráfico mientras a nosotros nos patoteaban. En esta oportunidad, mientras nos atacaban con gran violencia, el mismo veedor estaba impasible. Desconocemos la asamblea e iremos por más, por todo, en las elecciones de abril.
Ya habrá llegado el otoño para entonces. Mientras tanto, el calor invade la vida de la ciudad y del sindicato gráfico. Un calor que parece irradiar la violencia de grupos oficialistas en el sindicato, pero también dotar de energías combativas a la oposición.