La burocracia ongarista pudrió la asamblea por temor a perderla, ante un número casi paritario, pero de composición diametralmente opuesta. Con la directiva estaban unos 150 jubilados (poquísimos), el aparato del sindicato y parte de la obra social (sólo parte), con sectores de delegados oficialistas (ni lejos la totalidad). Con la Naranja y el resto de la oposición, varios talleres con delegaciones masivas de los más importantes del gremio.
Esto no ocurría desde hace 25 años, cuando de manera idéntica el ongarismo pudrió dos asambleas, las últimas de masas, en la Federación de Box, por el mismo motivo: la posibilidad de perderlas. Hay que apuntar que los talleres que concurrieron con delegaciones masivas -como Interpack I, World Color, Morvillo o Dennelly- no están en conflicto en este momento. Sus delegaciones, que en algunos casos superaron los 50 compañeros, reflejan un proceso consciente de lucha contra la burocracia. En el pasado, pudo llegar a una asamblea un taller, ocupado o en lucha, con el objetivo de hacer oír fuerte su reclamo -como fueron los casos de Bolpa o Ciccone en diversas etapas. No fue este el caso: la concurrencia opositora, que llegó a la CGT marchando encolumnada, expresa un proceso político consciente de lucha por nuevas direcciones en los talleres y por una nueva orientación en el sindicato.
No hay un ascenso de luchas generalizado en el gremio y conviven experiencias muy avanzadas, como las de Interpack o Morvillo, con enclaves de explotación patronal brutal -por ejemplo, los dos talleres felicitados y visitados por la presidenta Cristina Kirchner: Arcángel Maggio y Artes Gráficas Modernas, puntas de lanza de la flexibilidad laboral y la prohibición de organización sindical, consentida por la burocracia.
Pero en el medio de estos extremos, se ha desarrollado un proceso de afiliación y organización en numerosos talleres, el cual tiene su expresión más emblemática en World Color: allí se impuso la comisión interna con la huelga, en el corazón del parque industrial de Pilar (una zona franca contra la organización de la clase obrera). Ese proceso no fue canalizado exclusivamente por el clasismo. Sectores de la Juventud Sindical moyanista, en un principio, lo viabilizaron por una etapa, especialmente en la zona norte. Hoy, esa juventud ha hecho una temprana crisis, de tal suerte que un sector de ella no votaría en la asamblea ni por la junta de la Verde, ni por la de la Naranja, en lo que es un claro impasse. El otro escenario fulminante de crisis de esta juventud moyanista fue AGR Clarín, donde se entregaron por varios platos de lentejas y luego perdieron las elecciones de cuerpo de delegados a manos de la lista encabezada por la Naranja -a pesar del apoyo de todas las alas internas del sindicato y, especialmente, de la gerencia de la señora de Noble.
El gremio no logra enhebrar un proceso único de reagrupamiento para el conjunto de las luchas y reivindicaciones: por el convenio (absolutamente abandonado); por el blanqueo de todos los trabajadores y talleres; por la defensa de los activistas y contra la política de la dirección de entrega de las luchas, desorganización e incluso "golpes de Estado" contra los delegados legítimos -como en el reciente caso de Cedinsa, donde la maniobra fracasó y ha vuelto a ganar una comisión interna independiente.
En este cuadro ocurre la asamblea general del 25 en la CGT. La misma será impugnada por la oposición. Y el ministerio de Tomada ignorará la impugnación, como ignoró a Pablo Viñas, el robo del Suteba La Plata e incluso la responsabilidad de Pedraza en el crimen de Mariano. Pero de la misma manera que no se pudo impedir que Pedraza esté preso o que Viñas sea delegado, no se puede alterar el cuadro abierto en el gremio gráfico por esta gran irrupción obrera en la asamblea general. La acción de la patota es el primer capítulo de una política de fraude que ya está en marcha, como también está en marcha la lucha para quebrarla.
Ha quedado planteado luchar por la dirección de la Federación Gráfica. La historia clasista de este gremio ha entroncado con el reguero actual de cuerpos de delegados clasistas en la UOM, en la alimentación, en UTA, en Smata, en plásticos, los subtes, telefónicos o textiles, así como con el gran proceso del hermano gremio de prensa (ver artículo). La quiebra interior del ongarismo -unido exclusivamente por el espanto a la victoria clasista- entronca con la crisis de la CGT y del gobierno kirchnerista con los sindicatos.
Las elecciones gráficas se harán en el marco del tarifazo del impuestazo, el 20 de abril próximo, en medio de las paritarias y de una gran deliberación del movimiento obrero. La Naranja se lanza enteramente a la tarea de formar una gran lista que exprese el proceso gráfico en toda su magnitud, desde los talleres hasta los trabajadores negreados y despedidos de la propia obra social, quebrada y arruinada por los vaciadores del gremio gráfico.
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