La Lista Naranja-Bordó está virtualmente oficializada. Esta lista agrupa a delegados y activistas de 31 talleres y, por lo menos, una docena más a nivel de comisiones de apoyo. Es el mayor reagrupamiento clasista desde 1988.
Expresa dos fenómenos: las tendencias de lucha y organización de la juventud en los talleres y la crisis de la burocracia ongarista. No es casualidad que el promedio de edad de la lista antiburocrática es la mitad del de la Lista Verde.
El paro triunfante en Ipesa y la lucha por la organización de AGM (ver notas), se eslabonan con la victoria enorme en AGR-Clarín meses atrás, las grandes luchas salariales de Interpack o Morvillo, con el paro que reincorporó a parte de los despedidos de Donnelly y con un enorme proceso de organización fabril -Impresores, Cendinsa, World Color, Bossisio, Printpack, FP, Pessout, Celomat, Labelplast, Lacabril.
Ese proceso de organización y batallas aisladas -como consecuencia de la política de la burocracia- fue impulsado por nuestros compañeros sin excepción. La Lista Verde tuvo que adaptarse, formular una política para disputarlo y, en esa fase, se produjo la única novedad política en su seno: el surgimiento de la "juventud sindical". En un primer momento ligada al moyanismo, luego cooptada por una de las fracciones tradicionales de la Lista Verde y, más temprano que tarde, ahogando todo desarrollo antipatronal de las nuevas internas.
La Naranja-Bordó es el mayor agrupamiento desde 1988, pero en aquella elección -en la que rompimos un fraude- el ongarismo llegaba luego de ser entregador de grandes purgas del activismo en los talleres y reorganizaciones capitalistas, las que desataron ocupaciones en Tiempo Argentino, La Razón, Editorial Abril -todas derrotadas en una pulseada nacional que incluyó la ocupación de la Ford. La burocracia llegaba, además, después de concretar la reunificación con la fracción Calipo y los "25", es decir con todas las fracciones de la época.
Ahora, la Lista Verde llega a la elección sin resolver una división interna de vieja data entre un ala ligada al PJ disidente de reciente kirchnerización -Abraham, secretario de Organización y presidente de la Obra Social- y otra de uno de los núcleos tradicionales -Amichetti, secretario adjunto. Tan es así que Raimundo Ongar -con 87 años y retirado de todo escenario público- será de nuevo candidato a secretario general. Esto, como resultado de que no pueden resolver la sucesión. El voto al ongarismo será el voto a una fractura a plazo fijo. También a una quiebra a plazo fijo, porque la convocatoria de acreedores de la Obra Social es evitada con carpa de oxígeno -además de fondos de la APE- hasta después de la elección.
Más que nunca, el ongarismo, artista del fraude electoral, está jugado a impedir que podamos fiscalizar el acto electoral (más de 200 urnas). La batalla por el voto tendrá que ir paralela a la batalla contra el fraude para poner en pie los 200 fiscales contra la patronal y contra la burocracia que no otorga permisos para la tarea.
Tuvieron un anticipo en la asamblea general en la CGT, donde disputamos de igual a igual por la Junta Electoral. Ahora, empiezan shockeados ante la magnitud de la lista antiburocrática. A movilizar todo su enorme potencial en lo que será una lucha estratégica del clasismo por una nueva dirección del movimiento obrero.
Néstor Pitrola
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