Se dictó la conciliación obligatoria.
El Ministerio de Trabajo dictó una conciliación obligatoria que obligó a la patronal a pagar la totalidad de los salarios y retomar la producción. Un respiro luego de quince días de ocupación y movilizaciones que sin embargo puede ser funcional a los planes empresarios.
El argumento esgrimido por la patronal es que Cedinsa
es “inviable” y propone una reorganización que empezaría por desprenderse de la
mitad del personal a bajo precio. Si la maniobra consiste en enfrentar a los
trabajadores “cara a cara” con un cierre repentino para hacer pasar los
despidos, bajo la forma de retiros voluntarios u otra, la conciliación no sería
necesariamente un obstáculo. Incluso podría darle a la empresa un margen para
continuar con el vaciamiento.
Poco antes del cierre se retiró toda la documentación
administrativa e incluso las computadoras (con el pretexto de una auditoría).
Está claro que esa información, que seguirá en poder de la patronal pese a la
orden de “retrotraer” las cosas, es clave para conocer la realidad financiera y
productiva de Cedinsa.
Solo en base a esos balances - pero no solo los del
último año sino los del tiempo en que se la llevaron “con pala” porque de ese
fondo de ganancias acumuladas deben salir los recursos para asegurar la
continuidad - podrían sacarse conclusiones y elaborarse, de ser necesario, un
proyecto de reconversión que no perjudique a los trabajadores.
¿Cuáles son los costos de producción? ¿Cuál es la
expectativa de rentabilidad? ¿Cuál es el nivel salarial de directores, gerentes
y jefes? Si corresponde un recorte hay que empezar por ahí.
El otro aspecto fundamental es que Cedinsa no es un
“bolichito” sino que forma parte de
OCSA, un holding que provee alta tecnología para el control de tránsito al
gobierno de la Ciudad ,
entre otros. En última instancia es este Grupo quién debe realizar las
inversiones requeridas para mantener la fuente de trabajo de las más de cien
familias.
Una salida que preserve los puestos y condiciones
laborales dependerá del desenvolvimiento del plan de lucha; de la ampliación
del fondo de huelga, la difusión pública y la movilización. La política de
“hechos consumados” que quiere imponer la patronal se puede quebrar solo con una
orientación adecuada y con la más férrea unidad obrera.
Las próximas elecciones de delgados que tendrán lugar
en dos semanas deben ser un terreno para reafirmar este criterio. La comisión
interna que se elija debe reflejar la
relación paritaria que existe entre la actual conducción Verde y la oposición
Naranja e integrarse en una dirección común, compartida, que se apoye en
mandato inviolable de la asamblea de base.
Miguel
Bravetti